FEMINISMO DE SALÓN Y OTRAS SANDECES.
Feminismo de salón y otras sandeces.
Cual es mi sorpresa, cuando abro el ordenador, me encaro al Twitter y me veo a cuatro sujetas con malas pintas y pantalones manchados de lo que, se supone, es sangre.
Feministas, se llaman y pienso, si la foto la ven nuestras madres, la mía tiene ochenta y seis años, le da un patatús, poco más que las llama “guarras”.
Me pregunto si ya, todo vale, poder hablar de nosotras y nuestras cosas, sin ningún pudor, hasta el extremo de que muchas mujeres sentamos vergüenza ajena.
Siempre, que papá estado, protege de esta forma a las mujeres, las está considerando seres inferiores. Otra cosa es, que se legislen leyes para la igualdad, pero ojo, para la igualdad de todos, hombres y mujeres.
Si cada vez, que a una mujer le baja la regla, hay que tratarla entre algodones, significa que es un ser débil y por tanto, según estos principios, inferior.
Hace poco leí un reportaje de un mercenario que trabaja para multinacionales en Nigeria. No quiero ponerles los detalles, porque a mí se me heló la sangre, ante el drama de las niñas y mujeres secuestradas por grupos terroristas. Una vez rescatadas, no las quiere nadie, tienen que desengancharlas de la droga que les han suministrado sus captores, mientras las violan a lo bestia. Por supuesto, la mayoría de ellas muere, durante su cautiverio. Ni siquiera, pueden volver a sus pueblos, porque son repudiadas, la única salida, es que se haga cargo de ellas alguna Ong.
Sras feministas, por llamarlas de alguna forma, de todos los países “civilizados”, si quieren trabajar por la mujer, arremánguense los pantalones, con sangre o sin ella y luchen por estas mujeres desamparadas, viajen a estos países y demuestren que su trabajo es eficaz.
Ya sé, que es más cómodo, dar la nota en un país, con todo pagado. Donde no van a hacerles nada, porque entren con las tetas al aire en una Iglesia o escriban hasta cansarse “aborto libre y gratuito”, ya quisieran para si, las otras mujeres de las que he hablado, las violadas, las asesinadas por crímenes de honor, aquellas que siendo niñas, son obligadas a casarse con adultos y muchas mueren reventadas la primera noche, tener unas defensoras tan chachis como ustedes.
Pero no, su feminismo es de salón, de: Tía, pásame esa birrita, que vamos a joder un poquito a la Iglesia Católica, que sepan esos rancios como las gastamos las femis.
Mientras, esas monjas o curas a los que ustedes odian tanto, están a pie de cabaña, abrazan niños soldados, que gritan aterrados por las noches. Le dan la mano a las mujeres que han visto como masacran a sus hijos. Sonríen al hombre que mira en la distancia sin ver, porque lo han torturado y ya no quiere vivir. Alimentan criaturas que pesan menos que una pluma y consuelan, con su sola presencia, a los seres humanos, rotos, destrozados por la mano del hombre.
Así que, por mí, se pueden ir todas ustedes a pastar gansos de corral, no me representan, me dan asco visceral y mejor sería que desaparecieran del mapa, ustedes y su hipocresía de niñas bien.
Por desgracia, con mi dinero y el de muchos españoles ustedes viven a cuerpo de rey, haciendo payasadas que llamen la atención, crucificando penetraciones y otras zarandajas que salen de sus mentes calenturientas.
Me gustaría que tuviéramos una democracia real y me pidieran, si quiero malgastar mi dinero en estas majaderías suyas, lo más seguro es que no las financiaría ni el Tato.
Termino mi artículo, pidiendo un minuto de silencio en nuestros corazones, por aquellas niñas y mujeres, masacradas en todo el mundo, ojala algún día, nos volvamos humanos, pero de verdad y ninguna mujer tenga que pagar la sinrazón, en la que ahora nos vemos envueltos.
D.E.P
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