¿Si nos falla el Poder Judicial, qué nos queda?
¿Si
nos falla el Poder Judicial, qué nos queda?
Vivimos
en un tiempo convulso, donde la caridad y el amor al prójimo brillan
por su ausencia y comento esto con pena tras el caso que tristemente
está de actualidad y no es otro que la salida o no de Eduardo
Zaplana de la cárcel en la que ahora está en prisión preventiva y
a día de hoy cuando escribo estas líneas, sin juzgar.
Tras
los acuerdos de Rodriguez-Zapatero y posteriormente el PP, vimos con
horror como salían a la calle etarras con delitos de sangre, es mas
aún está en nuestro recuerdo el caso de Bolinaga, excarcelado por
“compasión” tras padecer un cáncer terminal y del cual murió
dos años después.
La
juez que lleva el caso, a la que no sé si le ampara la razón o no,
carece desde mi punto de vista de humanidad, quizás por motivos que
se nos escapan, no quisiera levantar falsos testimonios tal como está
el patio. Ella sabrá el motivo de sus decisiones tan comentadas
sobre todo en redes sociales.
Poco
a poco van llegando rumores, que atribuyen a la juez la justificación
legal de su decisión, asentada en la posibilidad de que desde su
vivienda manipule las cuentas que "presuntamente" tiene en
paraísos fiscales. Si realmente la decisión se escuda o respalda en
una presunción de titularidad de recursos monetarios pendiente de su
acreditación, la instrucción hasta ahora practicada debería
haberlos descubierto y bloqueado, y si nada tiene, entonces solo hay
sospechas sin más fundamento. Hay que recordar que frente a la
presunción en la que consisten las sospechas de que el delincuente
disfruta de la capacidad para enervar la acción efectiva contra el
delito, se alza otra mucho más fuerte jerárquicamente que goza de
rango constitucional y no procesal como aquella otra, que es la
presunción de inocencia, que permite al investigado disfrutar de un
trato legal, pero sobre todo digno tanto respecto de los derechos que
derivan de la personalidad jurídica como los atributos que le
corresponden en condición de persona, que con arreglo a las
disposiciones de ámbito universal que reconocen y protegen la
dignidad del ser humano y las concretas que se hallan insertas en el
marco jurídico-penal, regulan la situación excarcelaría que
corresponde a las encarcelados que se encuentra ante un grave
quebranto de su salud.
Insisto,
excusas para tapar lo que ya es un clamor popular, que hay doble vara
de medir para asesinos en serie, violadores, terroristas y el común
de los mortales y eso altera
y motiva el desencanto y rompe la confianza popular en el poder
judicial.
Observamos
hoy en día como la política lo ha inundado todo ¿por
qué entonces no es normal pensar que pretenden someter también al
poder judicial en beneficio de sus particulares intereses? Algo que afecta tanto a la independencia de criterio como a la de
decisión de los jueces , sin dejarnos
margen para asimilar tanta información. Los políticos meten sus
zarpas en todo, por intereses ocultos y ya sabemos que no todo el
mundo es honrado, que los sobres desde hace tiempo viajan impunes en
todas direcciones, da igual el color político.
La
falta de unidad de criterio que se palpa en el distinto trato que
reciben unos y otros, preocupa y mucho porque el poder judicial es la
expresión de uno de los brazos de la soberanía popular, que exige a
los encargados de administrar el ejercicio los poderes públicos, la
igualdad de trato a todos y cada uno de los ciudadanos de esta
nación, y recordarles que tanto para ellos como para nosotros hay
que impartir justicia con los mismos criterios que otros tribunales
han aplicado a otras personas en idéntica situación.
Creo
que los jueces muchas veces al igual que los médicos se creen
dioses, por encima del bien y del mal y no es así, son personas que
a pesar de su profesionalidad y experiencia, tienen una vida, en la
que los problemas no escasean y por mucho que quieran actuar con la
mente fría, las vivencias están ahí, la repulsa, el no conectar,
incluso que a ellos les haya pasado lo mismo, son mochilas que cargan
y de hecho hay sentencias que nos dejan con el alma temblando, porque
son difíciles de digerir.
Entiendo
que Eduardo Zaplana tiene una enfermedad terminal, no se me olvida que en Valencia
nos vendió por un puñado de votos a Pujol creando la mentirosa AVL
que tanto daño está haciendo a la lengua valenciana, que en sus
años de presidente de la Generalitat Valenciana, los pelotazos
urbanísticos estaban a la orden del día sin que nadie les pusiera
freno. Claro que soy objetiva y el PP hizo lo que hizo, pero ojo de
ahí a perder la humanidad, no.
Todos
recordamos como el PP le dio la espalda a Rita Barberá que tanto
hizo por el partido en Valencia, hasta negarle el saludo como si
fuera una apestada. No hay honor a veces en la lealtad y sí mucha
soledad y tristeza. Por no hablar de la leyenda urbana que afirma que
los dos casos se parecen y que todo pasa porque saben demasiado y eso
es peligroso.
Sea
lo que sea, no podemos perder los valores cristianos que han
mantenido a las sociedades avanzando y perdonando para comprender y
ayudar, principios de caridad y apoyo que nos hacen más buenas
personas.
No se puede consentir que algunos jueces, no todos por
supuesto, se los salten a la torera pensando que son cruzados
luchando contra el crimen, no y mil veces no, me niego a que cada vez
más miremos hacia otro lado como si con nosotros no fuera el asunto,
porque todos los números están en el bombo de la vida y supongo que
todos esperamos, si nos vemos algún día en ésa tesitura tener un
juez delante que venga libre de prejuicios y aplique la ley sin
distinción.
Resumiendo
un buen hombre o una buena mujer.
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