QUIERO MI INFANCIA
Lo sabemos, incluso podemos interesarnos por averiguar más o como poder colaborar, pero no lo hacemos. Estos niños, masacrados, torturados, bombardeados, refugiados, nos quedan demasiado lejos. Siria, Nigeria e incluso millones de violaciones que se producen en la India o las niñas y niños prostituidos, muchas veces entregados por sus propias familias con la esperanza de darles un futuro mejor, mientras el traficante de turno les cambia al hijo por unas pocas monedas.
Nos decimos: "Están lejos" ¿qué podemos hacer nosotros? y nos resguardamos en nuestras acogedoras casas, después de haber pasado una bayeta por nuestra conciencia. Pero la realidad es pesada y acabamos contemplando sin querer como un grupo de inhumanos salvajes ha enterrado vivo a un niño.
Y el corazón se nos encoge, la vista se queda clavada y es imposible no preguntarse ¿qué estamos haciendo los humanos tan rematadamente mal?
Algunos de nosotros tomamos el camino más fácil, ayudamos a la infancia en nuestra propia ciudad, porque no tenemos el coraje de viajar al terreno y dedicarnos a los miles y miles de refugiados, hambriento o enfermos que nos necesitan.
Porque ellos no eligieron vivir así, ni pensaron que serían masacrados por ser cristianos o de otra tribu enemiga o por ser niñas o mujeres o, simplemente por atreverse a vivir.
No me gusta el mundo que hemos creado en el que los niños son el daño colateral de la avaricia, la impunidad y la degradación humana y duele pensar en las generaciones que ya han perdido su infancia, que sobreviven a base de esperanza, en que todo puede cambiar o que alguien, por fin, vendrá a salvarlos. Mientras tanto malviven aferrados a sus padres si es que vive alguno de ellos.
No hay solución, porque no hay voluntad de quienes podrían evitarlo y no lo hacen, Seguirán habiendo, guerras, hambrunas, odio, desesperación y veremos morir en nuestros televisores o aparatos de última generación a millones y millones de niños, quizás por las condiciones en las que viven en las minas de donde extraen el material del que están construidos nuestros móviles. Algunos, rara vez, nos acordaremos de ellos al contemplar el aparato que tenemos en la mano, otros vivirán anclados en la ignorancia que permite dormir por las noches.
No es fácil ser niño en estos tiempos. Solo les pido que ayuden a la infancia más necesitada, no importa que sea una ayuda pequeña o que la ayuda viaje kilómetros y kilómetros, no se queden de brazos cruzados, porque como alguien dijo alguna vez:
"TODOS ERAN MIS HIJOS"
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