La Madre de todos los Supositorios.

La Madre de todos los supositorios.
Pienso que, somos el único pueblo, donde la gente se atreve a decirnos, si las Fallas son arte o no. Cualquier mindundi, opina y los valencianos, miramos al cielo resignados, esperando, que alguien nos de paciencia.
Cuando uno mira las fallas, que ha tenido a bien plantar, el Sr. Ribó, puesto que, a él, le hago responsable directo, opina que, para ese viaje, no se necesitaban alforjas, es decir, que si hubiera plantado, varios palos de escoba y mochos, hubiera sido lo mismo y el dispendio menor, total, para hacer el ridículo, mejor más barato. Hasta la fecha, solo es una réplica de algo, que no fue, del arquitecto Calatrava.
¿Un supositorio gigante, un cohete? No, una torre de telecomunicaciones, que lleva la faena justa, sin colores y sin gracia. Pero el ser amigo de, es lo que tiene, viejos, nuevos perros y las mismas prácticas, todo cambia, para que nada cambie, sin comentarios.
Estoy hablando de la falla “grande” para entendernos, paso ahora a describir la “pequeña”, que nos ha venido a salir, por unos veinticinco mil euros, que no es, moco de pavo.
La miras y piensas ¿será de algún colegio, que nos la ha prestado para los días de fallas? de lo contrario, no se entiende, tamaño engendro, con todos mis respetos a las fallas de los colegios.
La excusa, es que hay que innovar, pero cuando uno se da un paseo por los barrios de Valencia, comprueba que no, que las fallas del Ayuntamiento, son cosas extrañas y que el resto, siguiendo los cánones tradicionales y aún innovando, sí son fallas.
Entonces ¿qué ha pasado este año? Habida cuenta, de que estamos en un estado infantiloide y que la libertad de expresión, anda la mujer secuestrada, hace tiempo, opinar a tumba abierta, es ya un acto de valentía.
Es decir, que comentar, que ambas son horrendas y de mal gusto, puede suponer, que quedes marcado de por vida y aún así, hay que decirlo y escribirlo, sin miedo. La duda que ya me queda, es, si esto, obedece a las prácticas habituales, por estos lares, del, aquí mando yo y planta falla, quien me salga de las gónadas, o si, por el contrario, se ha escogido con cuidado y mino, la patata que queremos plantar.
Por supuesto, los carteles que acompañan a los ninots, en perfecto catalán otro engendro, impuesto por los acomplejados gobernantes que padecemos, a los que les hablas, de lengua valenciana y les salen unas enormes ronchas rojas.
Las caritas de las nenas de la Corte Infantil, son el fiel reflejo, de lo que pensamos el 99% por cien de valencianos, supongo que la fallera infantil, puede escoger, entre varios palos , que el día de mañana, si no tiene leña, le pueden hacer mucho papel.
A lo que iba ¿la vergüenza obedece a las ganas de este Tripartito de hundir el Reino de Valencia, o son así de irresponsables, ineptos y toca pelotas?
Afortunadamente, al otro lado del Misisipi, el pueblo, que es sabio, admira, se ríe y felicita a los falleros, que con su esfuerzo, han plantado un monumento, da igual lo grande que este sea, pero ahí está, diciéndonos, que con esfuerzo y trabajo, todo se consigue.
Y el que viene a visitarnos, se lleva un buen sabor de boca, porque las Fallas, le pese al progre, que sea, están más allá, de lo que entendemos por Arte. No obedecen a la norma establecida, van por libre, aúnan, inteligencia, belleza, ingenio y un pelín de mala leche, tan nuestra, tan valenciana, que se ríe hasta de su sombra. Son, resumiendo, el sentimiento de todo un pueblo, plasmado y elaborado por las manos de muchos artistas, que, sin ser ingenieros, ni arquitectos, desafían las leyes de la gravedad y le hacen una burla al viento, ese enemigo, que aparece todos los años, por estas fechas.
Después, con nocturnidad y alevosía, las quemamos, porque ya hay ganas, de empezar a crear de nuevo las siguientes. Así somos.
Por eso, autores de la falla infantil del Ayuntamiento, sus mentes obtusas no entiende una falla y han plantado un churro, o “una mierda pinchada en un palo”, como diría el pueblo. Si, ese pueblo, que mira impotente y se va, echando chispas de allí, con ganas de adelantar la Cremá.
Por tanto, plantar una falla, es un sentimiento, algo que se lleva muy dentro, en los genes y así debe seguir, a pesar, de que vendrán “iluminados”, a exponer sus torpes ideas y a intentar, hacer desaparecer, lo que es inamovible.
A ellos, los prepotentes, les digo, que todo pasa, que ellos, pasarán y que el pueblo, sabio en su conjunto, seguirá plantando fallas, hasta que el cuerpo aguante. Que, con el tiempo, se oirá en las mesas de los bares ¿os acordáis del supositorio y la falla de Ikea que plantó Ribó? Y las carcajadas , resonarán en todo el bar.
Esto nos salva a los valencianos, ese humor socarrón, que a todo le saca punta, supongo, que es como un chaleco anti balas, contra la ignorancia, el robo y la mala fe, de quienes nos desgobiernan.
Mientras tanto, pasen del Ayuntamiento y vayan a visitar, las otras fallas, les aseguro que el paseo, es alucinante y no podrán olvidarlo nunca.

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