La abuela loca y sus excéntricas locuras.





Hay alcaldes, malos, ineptos, ignorantes y luego está la Yaya trastornada, ejemplo, de déspota envejecida, que por fin, ha encontrado su niño, para hacer locuras, a costa de todos los madrileños y visitantes, varios.

Ser alcalde, es una de las profesiones, más difíciles, según mi punto de vista, puesto, que siempre habrá quien te aplauda y quien te ponga, a caer de un burro, día sí y día también.

Pero, entre unos y otros, está la sensatez, el sentido común, el pensar que son ciudades muy grandes, con millones de habitantes y que tu obligación como alcalde, es hacerlas más humanas y habitables.

Lo malo, viene, cuando le das poder, a una señora, vieja y enajenada, que oye los cantos de sirenas, de sus retrasados mentales, con un C.I, a todas luces, muy insuficiente, para ostentar, cualquier cargo público.

Por eso, llegamos al día de hoy y comprobamos con asombro, que los ciudadanos de una ciudad grande, desfilan a paso ligero a la orden de “AR”, como en el ejército y que den gracias, que no les dan un papelito, con una canción del tipo: “Vamos, de compras, oeo y todos de ladito oeo, no te salgas del camino oeo, o vendrá la viejita oeo, tutua, tutua....”.

Vamos, esperpéntico, al más puro estilo de Valle-Inclán o Berlanga en sus mejores momentos. Pero, no nos engañemos, los nazis, hacían experimentos, en los campos de concentración, porque, para ellos, los judíos no eran personas ¿qué diferencia, hay pues, con estas prácticas del Ayuntamiento de turno? Con sinceridad, ninguna.

Lo más triste, es que no somos capaces, de mandar todo a la mierda y decir, hasta aquí hemos llegado, señora, se va a meter sus calles, de una sola dirección, por donde nosotros le digamos, porque la ciudad, no es suya, es de todos nosotros y nos la pateamos, del derecho, del revés o haciendo el pino puente, pero callamos y de ese silencio y miedo, se aprovechan, quienes, jamás, repito, jamás debieron ostentar cargo público, porque no sirven, son necios, ignorantes, ineptos y sociópatas, de libro.

La culpa, es nuestra y debemos asumirlo, un alcalde no es Dios, si tiene ideas peregrinas, que las aplique en su casa, con su familia, pero los ciudadanos, no son sus conejillos de indias, nos hemos acostumbrado a tragar, a bajar la cabeza, esperando que pase la tormenta y la tormenta de enajenados, nos joroba la vida, privándonos, del bien, más preciado, la libertad.

Hay que exigir, que quien quiera pactar, lo diga, alto y claro, antes de las elecciones, para saber, donde leches, irá a parar nuestro voto, así, al menos, vamos avisados y el soponcio, es menor. Las grandes ciudades españolas están gobernadas, por alucinados de porro malo y adulterado y así nos va.

Sugiero, al ciudadano, de bien, que monte un pollo, todos los días, hasta que consiga, ir, por donde le de la real gana, que para eso paga impuestos y si surge otro loco, que abra, el contenedor, da igual, cual y que lo tire allí, directamente.

Somos seres libres, no dejemos, que cuatro amargados, nos convenzan, de lo contrario.

Comentarios

  1. Me encantado el escrito la yaya esta chochona es difícil ser alcalde muchos te critican y otros te alaban un abrazo

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