Ser o desaparecer, ésa es la cuestión.




¿Hasta cuándo?


Los valencianos, no tenemos suerte, PSOE, PP y ahora este Tripartito contra natura, que acabará de hundirnos. Cabría preguntarse ¿por qué no conseguimos de nuevo un partido, valenciano y valencinista, que ilusione?


No es que crea, que sería la panacea, pero, a los vecinos del norte, cáncer de Valencia, no les ha ido tan mal, durante más de treinta años, hablo, por supuesto, de los catalanistas, nada que ver con los catalanes normales. Con la excusa, una lengua, una nación, llevan amenazando a los sucesivos gobiernos centrales, que les han dado todo, en detrimento de otras Comunidades, solo por la necesidad de contar con sus votos.



Pero, ese es otro tema, que daría para escribir, miles y miles de páginas. Lo que pasa en el Reino de Valencia, es que, nunca hemos remado a una, ni Valencia, ni Alicante ni Castellón, tres provincias, a lo suyo, enfrentadas por oscuros intereses que, se han mantenido vivos, porque, interesaba que, como pueblo, no exigiéramos, una financiación adecuada a nuestras aportaciones.


No podemos ser gobernados, por quienes esperan órdenes de Madrid o de Barcelona y  tienen las manos atadas, no hay margen de actuación, nos venden como moneda de cambio, por un plato de lentejas. Algunos partido hoy, en las Cortes, alardean de un “valencianismo, que está preñado de mentiras”, es el caso de Compromís, el enemigo en casa. Por esas carambolas extrañas de la Ley Electoral, se sientan en nuestras instituciones, prostituyendo aquello que los valencianos llevamos en los genes, la lengua y todo aquello, que nos define como pueblo, diferente y diferenciado del resto de España. Pero no están solos en ese empeño, el no, la callada por respuesta, la abstención de PP y Ciudadanos, les hace cómplices, junto a un PSOE, medio muerto, que espera que sus socios le hagan el trabajo sucio y un Podemos, producto de laboratorio.


No soy mujer de quedarme en la crítica, antes bien, me gusta aportar soluciones. El pueblo valenciano no es homogéneo, ninguno lo es, tenemos a muchas personas de otras poblaciones, a los que, lo valenciano, se la trae al pario. Los “valencianistas”nos empeñamos en buscar el voto puro y nos equivocamos. Empezando por muchos jóvenes, a los que durante muchos años, se les ha enseñado una historia que no es la nuestra, unos conocimientos paupérrimos y unas gratificaciones, por no pensar.



Por tanto, hemos de abrir nuevos nichos de votantes, ilusionar a aquellos que llevan mucho quejándose, porque no estamos unidos. Sin saber, que esta unión, hoy por hoy, es imposible, porque los egos, el afan de protagonismo, el mirar al otro por encima del hombro, lo impiden. Estando así las cosas, ha de haber un partido fuerte, que empiece a trabajar con coherencia, desde una oposición, sin gobierno, pero activa, capaz de denunciar desmanes, aportando soluciones.


Solo así, demostrando que hay un partido que defenderá los intereses del Reino de Valencia, se pueden conseguir los votos de quienes, esperan que nuestra Comunidad sea tratada como se merece. Valencia debe ser la capital del Mediterráneo, por ubicación y porque ya lo fue en el Renacimiento, su valiosa historia, a través de los siglos, nos lo demuestra una vez más.


Pero no lo será, si los valencianos no tomamos conciencia de ello, tanto los nacidos en esta bendita tierra, como aquellos que llegaron hace años, para trabajar en ella. Tenemos que comprender, que, solo aquellos que no tienen amos, pueden gobernarse a si mismos.


Y en ese gobierno libre y responsable, cabemos todos, porque nos jugamos mucho. El voto, puede cambiar nuestras vidas, por eso, es muy importante, que asumamos la responsabilidad de, a quién votamos. Castigar al que lo ha hecho mal en las urnas, es una medida, pero hacerlo a costa de elegir a gobernantes peores, es un error.


La Comunidad Valenciana, actualmente, esta siendo vejada, día sí y día también, se alzan tenues voces de protesta, que no son sufientes. Se ríen de nosotros, porque nos consideran carne de cañón, débiles y manipulables. Se sienten cómodos con ese despotismo, propio de repúblicas bananeras.


Me consta que se ha sembrado el germen de, al menos, un partido, valenciano y valencianista, el cual, cuenta, entre sus filas, con gente muy preparada, que espera, a través del trabajo duro, poder representar a los valencianos, con la dignidad que este pueblo se merece.

No será fácil, puesto que, no interesa que se haga propaganda de él, los apoltronados no quieren perder su sillón, pero el Reino de Valencia, sus gentes, tienen que despertar de su letargo, no somos esclavos, a quienes el látigo fustiga sin remedio, es hora de sacar las uñas, de dar un paso al frente, de no callar y gritar a pleno pulmón como pueblo soberano.


Sabemos de donde venimos y quienes somos, si esto está claro, su defensa debe fluir, sin violencias, sin estridencias, pero con la cabeza fría y el corazón inundado de valencianismo. Ese es el camino, algunos ya hemos empezado a andar por él.

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