¿IGUALES PARA QUÉ?
¿IGUALES? NO, GRACIAS.
¿Iguales para qué? Es una pregunta
que parece de fácil respuesta pero no, al menos, para mí, que,
tengo el vicio o la virtud de cuestionarme todo.
Es el tiempo de los días “D”, de
esto, de lo otro, como si nombrándolos fuéramos a solucionar todos
los problemas del mundo. Vaya por delante, que no me gusta dedicar un
día a nada, pienso, que todos los días, son buenos para, amar,
dedicarlo a tu padre, madre, mascota o defender desigualdades.
Pero la sociedad se ha vuelto voluble y
manipulable, nuestras conciencias, descansan más tranquilas, una vez, nos hemos manifestado, a favor de alguna cosa.
Una gran mujer, dijo, una vez, que ella no
necesitaba que la protegieran, que se sentía igual que un hombre, en
derechos y obligaciones, destacando que cualquier paternalismo, le molestaba, en una época en la que, ser mujer inteligente y demostrarlo, era tanto, como insultar a todo el género masculino.
Si las mujeres
necesitamos un día para hacernos visibles ¿qué hacemos el resto de
los 364? ¿Nos fastidiamos, esperando al año siguiente? Por
supuesto, que hay muchas cosas que cambiar, tanto en los países
llamados “civilizados o desarrollados” como en los que están
anclados en la Edad Media, principalmente en estos, donde la defensa
de la mujer y su desarrollo integral, es tarea altamente necesaria.
Lo importante, es como lo hacemos, las
desigualdades en materia económica, son de difícil solución porque
están enquistadas y en muchos casos, aceptadas, por no hablar de las religiones, que discriminan a la
mujer, tratándola como a un ser inferior y por tanto, digno de
desprecio. Son la punta del iceberg.
Serían largas de anotar las posibles soluciones, tan solo,
apunto una. Con educación, buenas escuelas para niños y
principalmente niñas, se podría llegar, con el tiempo, a la tan
aclamada igualdad de mujeres y hombres.
Y ahora, la parte cómica o divertida
del tema, hay alcaldes como el de Valencia, un cachondo el tío, que
piensan que, poniéndole una faldita al muñequito de los semáforos,
ya está todo arreglado, las mujeres respiramos tranquilas,
hinchamos, pecho, los dos y cruzamos ufanas, sin que nadie nos tosa.
Lo de cobrar menos, las tareas del hogar y los maltratos, lo
dejamos para otro día, lo importante, en esta sociedad enferma de
vanidad, es el gesto, sacarnos la foto, con las chorradas que se nos
van ocurriendo y que, por desgracia, las pagamos los sufridos
ciudadanos.
Por ir terminando, somos hombres y
mujeres en un mundo imperfecto, lleno de obstáculos, peligroso a más
no poder, inhumano, la mayoría de las veces y por tanto, debemos
estar unidos, criminalizar a los hombres no ayuda en nada, cuando
ellos también padecen los desmanes de eso, que llamamos, vida. El mero hecho de dedicarnos un día, nos relega a ciudadanos de segunda, en mi modesta opinión.
Es tarea de todos, poner nuestro
esfuerzo en mejorar las condiciones de hombres y mujeres. Basta de días “D” y más trabajar
hombro con hombro, contra todas las desigualdades, las que nos afectan y las que no.
Soy mujer, no me discriminen pensando que soy inferior y por tanto digna de una protección, que nadie les ha pedido. Gracias.
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