Suciedad, en el cuerpo y en la mente.
Ayer asistí, entre el
cabreo y la mala leche, al desfile, de borregos adoctrinados, que, de
nuevo, invadían las calles de Valencia al grito “Vixca Terra
Lliure” un grupo terrorista. Y te indignas, al comprobar, que se
les deja venir, apelando, a su derecho a manifestarse.
Cuando podrían hacerlo,
cerca de las ovejas y dejar de molestar a los valencianos, con sus
consignas, rancias y casposas, que huelen a naftalina.
En Valencia no se les ha
perdido nada, pero insisten en bajar de veinte o treinta autobuses,
para insultarnos y descargar esa violencia, que llevan en el ADN.
¿Y qué hacemos los
valencianos? Pues nada, unos cincuenta o sesenta, nos vamos hacia
ellos, a plantarles cara, pero resulta que no podemos acercarnos,
porque doscientos policías armados hasta los dientes, les protegen.
Así las cosas, el único
culpable con nombre y apellidos, es el PP, que se lo permite, a pesar
de que se saltan todas las líneas, rojas, blancas y amarillas.
Me pregunto si el año
que viene, fletamos cincuenta autobuses camino de Barcelona, el once
de septiembre, nos permiten una manifestación en Las Ramblas, con
miles de Reales Señeras valencianas. Ya les digo yo, que tu tía,
que nos dirían que ni hablar, que hay peligro de disturbios.
Entonces ¿ a qué
estamos jugando, por qué a los energúmenos de este país, España,
se les permite, todo? Los valencianos, usados, siempre, como moneda
de cambio, no somos peligrosos, no pegamos tiros en la nuca, ni
colocamos bombas, en los coches, tampoco chantajeamos, al gobierno de
turno, pero de eso, a no defender, lo nuestro, va un abismo, que no
se le olvide a estos impresentables, que nos gobiernan, a las
bestias, no se les debe despertar, porque lo hacen con hambre y son,
muy, muy, peligrosas, avisados quedan.
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