DIECISIETE DOLORES DE CABEZA
A los que asistimos al
final de la Dictadura de Franco, nos sorprende y mucho, el cambio de
rumbo que está tomando España y sus sucesivos Gobiernos.
Contemplamos como moría el dictador , nombrando sucesor a un joven
Rey, que ha estado con nosotros hasta ahora, no soy monárquica, ni
me interesa ya si el fallido Golpe de Estado estuvo provocado por él
o no, eso ya es parte del pasado de este país.
Vinieron luego las
negociaciones, de las que los ciudadanos, no fuimos informados, sin
saber, que se sacrificaba, lo que luego serían Comunidades, unas por
otras, para calmar a los independentistas, a saber, vascos y
catalanes.
De aquellos barros del
78, han venido estos lodos que amenazan con ahogarnos con su
pestilencia infame. Diecisiete dolores de cabeza, 17 reinos que
empezaron a asumir poder y descentralización, haciendo, como dijo
Guerra, que España, con los años, no la conociera ni la madre que
la parió.
Bien es cierto, que a
trancas y barrancas hemos disfrutado de muchos años de paz, quizás,
sin saber, que la porquería se escondía bajo de la alfombra, que el
poder corrompe y si es en diecisiete, corrompe más y mejor.
Pero España iba bien, o
eso decían, mientras, en nuestras escuelas y universidades se daba
una historia de España, sesgada, manipulada a placer, desterrando en
nuestra juventud, todo sentimiento de patria, de respeto, de
grandeza. Mirarse el ombligo está bien, les han dicho, aunque este
supure y este lleno de pestilencia. Han crecido odiando una historia
que es por si, magnífica, llena de tantos episodios que si D. Benito
hubiera podido los habría reflejado todos, desde los celtas y los
íberos, hasta lo que a él le toco vivir.
Ahora la gente de treinta
e incluso cuarenta, grita por unos derechos, que ya tienen, gracias,
a que otros pelearon por ellos, lo hacen sin abandonar sus teléfonos
de última generación, desde donde despotrican de una derecha que
les somete, sin saber, que, desde la Transición, la izquierda ha
gobernado por más tiempo.
Como han crecido con las
ideas equivocadas, equivocado es su concepto de lo que significa
crear riqueza, que, a su vez, proporciona puestos de trabajo y pone
la maquinaria en marcha. Piensan, que hay que quitar a los ricos,
objetivo de todas sus críticas, para darlo a los pobres.
Bien vamos a ello,
despojemos a los ricos y que pasen a ser pobres, mal de muchos, ya se
sabe, consuelo de tontos.
Pero ojala fuera ese el
único problema. Al socaire del descontento general, crecieron como
hongos los salvapatrias, esos seres, iluminados que habitan las
torres de marfil, empapelándolas de un populismo infumable.
Y aquellos que han visto
aparecer al líder, tan del pueblo, que invitaba al abrazo callejero
y al tinto de barril, sin olvidar abrazar a los pobres terroristas de
la Eta, que, injustamente, están presos, por defender la libertad,
la de ellos, porque la de sus víctimas, quedó ensangrentada en el
suelo, o en una sillita de bebé y en el cuerpo de una embarazada que
saltó por los aires, porque al pueblo hay que darle sangre, si no,
no aprenden.
Todo da igual, crecieron
en sus mentes las semillas tan bien inoculadas, que ahora conviven
con un único pensamiento, el de no pensar, el de no ver aquello que
tienen ante sus ojos.
Muchos ya no quieren esa
España heredada de abuelos y padres, piden, desmembramiento, elevar
a unos, para acabar pisoteando o lo que es lo mismo, dominar a otros.
¿Estamos ante un resurgir del nazismo? Sí, estoy totalmente,
convencida, aquellos que no aprendieron de la historia, sin duda,
correrán a repetirla, con la ignorante sensación, de que para que
unos vivan bien, al resto hay que atarlo corto.
Asistimos a discursos
vacíos, huecos de toda sensibilidad y buen hacer, patochadas que
solo nos arrancan muecas de sorpresa y acciones que empujan, un
poquito cada día a la sociedad española hacia el abismo.
Entregaremos lo nuestro,
en manos de quienes solo lo quieren para ellos, no para construir una
sociedad más justa. Veremos como se toman decisiones, mezquinas,
cargadas de resentimiento, habremos cambiado los collares, pero los
perros serán los mismos y nos morderán.
No alzaremos la voz,
seremos cómplices sin querer, nuestro silencio, el de los buenos,
quedará enterrado bajo dosis de buenas intenciones que nunca se
llevarán a cabo.
¿Una o diecisiete? Lo
mismo da, ya no hay vuelta atrás, Machado, D. Antonio, se quedó
corto, una de las 17 Españas ha de helarte el corazón, en las urnas
o en los pactos posteriores, imposible decir aquello de: “Que gane
el mejor” porque aquí y ahora, todos perdemos.
Mientras tanto, vivamos,
amemos, disfrutemos de la vida, de la nuestra , dentro de poco,
vendrán a decirnos como ser felices, a mí no me encontrarán, no
abriré la puerta y ¿ustedes?
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