¿POR QUÉ SEGUIMOS JUNTOS?

¿Por qué seguimos juntos si ya no nos queremos?

Todos conocemos a algún matrimonio que se ha hecho más de una vez esta pregunta, pero ahí siguen juntos y los demás que sabemos lo que pasa nos preguntamos ¿por qué?

Por supuesto obtendríamos tantas contestaciones como parejas rotas, pero hay dos respuestas que se repiten y son por miedo y por comodidad.

Empezaremos por el miedo  porque suelen ser varios. Miedo a que mi mundo se desmorone, un mundo al que llevo acostumbrándome desde hace al menos unos veinte años o más. Miedo a quedarme solo y miedo a que ya nadie quiera estar conmigo.

Al casarnos creamos una familia, normalmente vienen los hijos y todos tiran adelante como pueden, individualidades conviviendo con sus roces, sus puntos de vista y sus necesidades que se entremezclan para que el ambiente familiar funcione. Perder eso o la posibilidad de perderlo nos atemoriza, nos crea ansiedad porque salvo algunas personas que lo tienen muy claro muchos aplican el “más vale malo conocido”.


Ante una baja autoestima el miedo a la soledad paraliza, sabemos que habrán días malos y nadie a quien contarle los problemas y así se quedan encerrados en bucles donde sin amor y muchas veces sin cariño la convivencia se asemeja a una serie de terror.

Y por último el miedo a que ya una vez separados nadie quiera estar con nosotros, que dejemos de ser atractivos para los demás y vivamos solos el resto de nuestras vidas.

También hay parejas no se separan por comodidad, por motivos económicos principalmente, es mejor que todo siga igual y menos quebraderos de cabeza.

Bien, dicen que sarna con gusto no pica pero siempre se añade: “Pero mortifica”. En cualquier caso el no hacer nada ya es hacer algo, es decirte a ti mismo que no tienes derecho a volverlo a intentar con otra persona y procurar ser feliz.

Conozco parejas que discuten desde la mañana a la noche, amigos que me han confesado que lloran de impotencia y que aguantan porque ella amenaza con dejarlos sin ver a sus hijos, hombretones que son tratados como felpudos por sus mujeres solo porque les pillaron una infidelidad, les perdonaron y ahora los machacan diariamente.

Nadie tiene obligación de hacerte feliz, eso te corresponde a ti. Así que, si por miedo o por comodidad aguantas estar al lado de alguien a quien ya no quieres, sé valiente, rompe cadenas, da el paso, háblalo hasta cansarte, sopesa los pros y los contras y sobre todo no te mientas a ti mismo, eso solo incrementara el duelo y lo alargará.


Bajo mi punto de vista, los jarrones rotos pueden pegarse pero jamás volverán a lucir como el primer día.

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