Desde la distancia.
Me despojaste de ilusiones, me abandonaste.
Te vi partir, llevando en tu mochila, parte de mi vida.
Apenas empezaba a vivirla contigo, cuando decidiste,
que ya era suficiente.
Volviste, enfadado, pero acompañado.
Si ves mi felicidad, te revuelves, como una serpiente herida.
Si me apeno, te alegras.
Ahora sé, que el hombre, que amé un día, se quedó en el camino.
Solo ha vuelto, su sombra, triste y oscura,
como un pozo sin fondo, como un juguete, usado y roto.
No me maldigas, porque un día me amaste, maldice, más bien,
a ese cruel compañero, que te obliga, a renunciar a mí, el rencor.
No quiero amar sombras, que se difuminan, en la noche, ya no..
Y aunque ya no estemos juntos, este poema, tiene nombre, a Ferrán
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