EL VOTO DEL ODIO







Que España es un país cainita lo sabemos todos o casi todos, que a lo largo de su historia se ha intentado inmolar muchas veces, también.

Pero en estos momento, asistimos a otra forma de autodestrucción, la de acabar en la miseria por votar y darle alas a quienes no tienen ni idea de gobernar y cuya máxima es, quedarse con todo para luego repartirlo, por supuesto este reparto empezará primero por su gente y después Dios dirá.

Quienes no tienen nada, ya han decidido votar a este partido de iluminados, deben de pensar que de perdidos al río, sin darse cuenta que no van por ahí los tiros. Que un país no puede vivir inflando el gasto social hasta que este reviente, que el dinero no nace en los árboles y que solo desde la honestidad y el sentido común se puede sacar un país adelante.

Dicho esto, por tanto, asistimos atónitos a un circo romano donde lo que menos importa son las muertes si estas van acompañadas de un gran espectáculo.

Lo malo de votar a quien te promete la luna, es que la una se resiste a ser de todos, que nadie nos sacará de la pobreza si antes no exigimos, menos Estado, contención y cero despilfarro.

Que la única fuente de ingresos honesta es aquella que viene de nuestro trabajo y constancia y que si algo hay que pedir, es que dejen a la sociedad crear empleo y dejen de vivir a nuestra costa como meros parásitos.

Mientras, España seguirá disuelta en pequeñas luchas internas que solo hacen que desangrala. 

No se puede evitar el voto del odio o el de la desesperación, pero bajo mi punto de vista, siempre saldremos airosos porque España es una gran nación a pesar de quienes llevan años odiándola.

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