VAIVENES




Por decisión propia, porque la vida me ha vapuleado lanzándome sin piedad a ambos lados del río donde, a veces, me recibió el musgo, muchas, las más, me recibieron las rocas cortantes, he decidido decir adiós a tus caricias, a los encuentros rápidos pero tan apasionados que éramos capaces de ensombrecer al sol.

Y te despido sin lágrimas, sí, las rocas me regalaron el placer de no sufrir, de lamerme las heridas que ellas me habían infringido y seguir con mi vida, que esa si es mía, totalmente a mi merced.

Tú, mi amante, estarás perdido o no ¿quién sabe? y recordarás la fruta prohibida, los besos, tan largos e intensos que el tiempo se detenía en nuestras bocas.

Las renuncias, ni son buenas ni malas, son momentos únicos en los que uno se la juega a cara o cruz, porque nadie nos asegura que estemos haciendo lo correcto.

Te dejo ir, o más bien, salgo de tu vida en silencio, con educación, sin  malos modos que a nada conducen. 

Las personas se encuentran, con el tiempo, quizás se separen y vuelvan a verse, estamos todos metidos en el mismo barco de la vida, imposible no coincidir.

Lo dejo aquí, ni siquiera tú lo leerás, los escritores somos seres muy extraños, escribimos para todos, pero siempre escribimos para nosotros mismos.

Cuídate mucho....

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