Rita, la alcaldesa que fue.
Lo que más asusta de todos los comentarios que he ido leyendo a lo largo del día, es el odio que se desprende de alguno de ellos.
Le reproché públicamente, que no nos hubiera defendido de las hordas catalanistas, pero me pongo en su lugar, la gran lealtad al partido, estuvo por encima de la lealtad a los valencianos y se equivocó, hasta el extremo de ver como su propio partido, la echaba a los leones, sin miramientos.
Ha muerto, sola, masacrada por los que pensó erróneamente, que eran sus amigos y en esa soledad ha purgado sus pecados.
No soy quien para juzgarla, ni yo ni los miles de impresentables que lo están haciendo, muchos, en vida le rendían pleitesía, mientras fue poderosa.
Somos un país de hipócritas y envidiosos, lo llevamos en el ADN. Siento pena por ella, por esas horas angustiosas que habrá pasado, pensando, no lo hice bien o quizás su soberbia no le permitiera verlo, no lo sé.
Pero creo en la presunción de inocencia y la mía la tenías Rita. Me diste las gracias por darte la mano, la sujeta de Podemos te la había rechazado. Todos tenemos nuestras luces y nuestras sombras, pero te recordaré por tu amor a Valencia y en ese empeño tan tuyo, de situarla en lo más alto.
Descansa en paz, hasta siempre alcaldesa.
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