DE AQUELLOS BARROS....




Nadie en su sano juicio puede decir que no es consciente de la corrupción que existe en los estratos de la sociedad, porque desde que el mundo es mundo, siempre, en cualquier sitio, alguien se ha vendido por un plato de lentejas.

Otra cosa es que hagamos la vista gorda hasta que la corrupción  nos estalle en la cara como ha pasado en España. Ninguna provincia se ha salvado y si tuviéramos furia divina cual Sodoma y Gomorra Dios nos hubiera barrido del mapa.

Alguien, un día, cansado de ver tanto trasiego de millones y que él o ella no pillaban cacho decidió tirar de la manta y ahí sí, asistimos atónitos a todo un compendio de corruptelas, robos, despilfarro y mala gestión que nos dejaron temblando y con la boca tan abierta que aún nos duele la mandíbula.

A continuación la frase que más hemos oído ha sido esta: ¿Cómo es posible? porque uno en su inocencia barrunta que trigo limpio no son, pero de ahí a saber que llevan robándonos desde hace treinta años, hay un largo trecho que los españoles hemos recorrido con total desconocimiento.

Bien, te dices, tenemos un sistema judicial, somos una democracia moderna y te sientas a esperar ¿a esperar qué? que los mismos que también han puesto la mano los metan en la cárcel? que ingenua pueda llegar a ser la población cuando espera que al "malo" se lo lleve preso el agente Flanagan del FBI.

Los españoles hemos querido estar sordos y ciegos y de aquellos barros felices vienen ahora estos lodos nauseabundos y ya el olor es insoportable y no sabemos que hacer.

La corrupción, bajo mi punto de vista,  solo se combate con la Justicia y a su debido tiempo, con las urnas, demostrando al corrupto que se tiene que ir y no de rositas precisamente, votar a otros y cruzar los dedos para que de una vez por todas gobiernen con el pensamiento puesto en la ciudadanía y no en sus bolsillos y en la forma de incrementar patrimonio a toda costa y en el menor tiempo posible.

Poco más podemos hacer, quizás estar más alertas no dejar que ellos nos den Pan y Circo mientras trincan todo en nuestras propias narices, no pasarles ni una, exigir que las instituciones creadas para ello actúen con contundencia, en fin, recuperar el timón que nunca debimos perder y llevar la nave a buen puerto ¿es pedir demasiado? creo que no, es asumir que la llave de tu vida la tienes tú, no el Estado.

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